El insomnio se aferra a mí. Se prende de mis ojos, danza con fervor y cuando esto parece no funcionarle, me susurra al oído letras… palabras… historias que nacen como un ligero viento, dispuestas a convertirse en huracán. Entonces el insomnio inyecta en mi mano un rabo de energía y hace que las letras fluyan y se extiendan en ese cielo oscuro carente de estrellas.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Alquimia por la Naturaleza



 
 




Hace un par de años fui invitada a formar parte de un ambicioso proyecto: una alquimia por la naturaleza. El proyecto, creado en España, está  conformado por una serie de libros que recopilan relatos y poemas de escritores de todo el mundo. En él, plasmamos nuestro sentir por la naturaleza, nuestro entorno, nuestras raíces o nuestros pueblos.   Ésta es una forma de retomar la voz de la tierra y la gente para lanzar al viento un grito que esperamos sea escuchado.
            Así que los invito a leer el relato “Esperanza” en el libro Alquimia de la Tierra (Universidad de Huelva, 2013)  que hace un tiempo subí a este espacio; y “Uarhukua Chanakua” en el libro Alquimia del Fuego (Universidad de Huelva, Fundación Zenobia JRJ, 214). 


     Aquí sólo un poco de:

Uarhukua Chanakua
Por María Celeste Vargas Martínez

“Su respiración agitada corta el viento. Sus ojos negros, pequeños y de escuetas pestañas, se fijan en la bola de fuego que rueda veloz a lo largo de la tierra suelta. El silencio de él. La bola rueda y se adueña del enemigo. Gritos y aplausos. Él sonríe, mas no pierde tiempo, pues este es el que se necesita para alcanzar la victoria. Con sus manos callosas aprieta el bastón, uarhukua, como le llaman sus abuelos y  como no olvida nombrarle él. La madera truena al golpear la bola, el fuego chispea. María, la única mujer del equipo, recibe las llamas y empuñando su bastón las lanza: entran en el territorio enemigo. Nuevamente, festejos.
Uarhukua Chanakua es el juego que ha aprendido de su padre, quien a su vez fue enseñado por sus abuelos. ”