El insomnio se aferra a mí. Se prende de mis ojos, danza con fervor y cuando esto parece no funcionarle, me susurra al oído letras… palabras… historias que nacen como un ligero viento, dispuestas a convertirse en huracán. Entonces el insomnio inyecta en mi mano un rabo de energía y hace que las letras fluyan y se extiendan en ese cielo oscuro carente de estrellas.

martes, 6 de diciembre de 2016

Fragmento "Aquí no cabe el olvido"



      "A decir verdad, la casa le había costado cientos de lágrimas convertidas en un río torrencial que descendía todos los días por esa calle empinada donde vivía. Un río  profundo, deseado por  las tierras secas del Norte del país. Un río  que con el devenir de los años se convirtió en cercano, normal. Aunque  más que lágrimas, le había costado sangre. Sangre roja y espesa. Sangre que manchaba su rostro, sus manos, las paredes, el piso y las sábanas de esa primera noche en que Cutberto calmó sus ansias. Las de él.
            Golpes.
            Sangre.
            Idas al hospital.
            Dos costillas fracturadas.
            Ojos morados.
            Brazos magullados.
            Piernas amoratadas.
            La intimidad dolida.
            El ano ardiendo.
            Un brazo roto.
            La nariz rota.
            La muñeca rota.
            Los labios rotos.
            Y el alma, la pobre de su alma, rota, pisada, hecha trizas, mojada de escupitajos, sucia de blasfemias e insultos.
            Eso y más le había costado la casa.
           Eso y más le costaba la vida que cada noche o cada día o cada tarde se le resbalaba por las manos y se perdía en el drenaje"