El insomnio se aferra a mí. Se prende de mis ojos, danza con fervor y cuando esto parece no funcionarle, me susurra al oído letras… palabras… historias que nacen como un ligero viento, dispuestas a convertirse en huracán. Entonces el insomnio inyecta en mi mano un rabo de energía y hace que las letras fluyan y se extiendan en ese cielo oscuro carente de estrellas.

martes, 7 de marzo de 2017

La niña que fue a la escuela gracias a Blue Demon




Por María Celeste Vargas Martínez

Jamás pensé que un luchador influyera en la decisión de un niño, pero así fue. Cuando mi sobrina Paola era pequeña decía que no iría a la escuela, pues de grande sería luchadora y los luchadores no estudiaban (para ella, en esa etapa de su vida, los luchadores sólo se subían a un ring sin tener conocimiento de nada). Era claro su deseo de no estudiar y también lo era el pretexto de que los luchadores no lo hacían. Cuando le hacíamos ver que pronto debería asistir al kínder, ella se mantenía en lo dicho y se trepaba en la cama o en el sillón para lanzarse sobre mi esposo gritando: “¡Y ahí va el Místico!”; “¡Mira cómo vuela Místico!”.  Una y otra vez realizaba sus intrépidos lances desde cualquier mueble y una y otra vez mi esposo la atrapaba en el aire.  Además, eran comunes sus rabietas cuando tocábamos el tema de la escuela y siempre obteníamos la misma respuesta: “¡Voy a ser luchadora y los luchadores no estudian!”.
            Así fue durante algún tiempo: Pao se mantenía en no estudiar. Sin embargo, en una ocasión alguien dijo que un par de luchadores asistiría a una firma de autógrafos en una tienda de autoservicio cercana a la casa de la intrépida  niña. A la hora señalada fuimos al lugar. Paola, junto con sus hermanos Diana y Víctor, estaba más que dispuesta para pedirle un autógrafo a Blue Demon (el otro luchador no asistió). Recuerdo la mirada  inquieta de la niña al ver al deportista  llegar: alto, decidido y con porte de atleta. Hicimos fila  junto con el público que ahí aguardaba, pero cuando tocó el turno de Pao, yo pasé con ella: estaba alegre y  nerviosa. Curiosa observaba la máscara del luchador  y veía como éste plasmaba su firma en un volante donde se promocionaba su visita. Sin embargo, le hice saber a él lo que Pao pensaba.
-          No, nena, los luchadores sí estudiamos. Yo estudié,  terminé mi carrera   y además soy luchador… ¡Debes estudiar! – le dijo él mirándola a la cara.
El rostro de la niña cambió (así se  puede observar en las fotografías que tenemos del evento): la  alegría quedó a un lado  y el enfado nació en ella. De regreso a casa no dijo nada, pero era notorio su malestar. Cuando llegamos su abuelo le preguntó: “¿Qué pasó Pao? ¿Qué te dijo  el luchador?”.  Molesta  respondió: “¡Pues dijo que tengo que estudiar!”. Sin  detenerse entró a su casa y no la volvimos a ver por un largo rato. Imagino que toda la tarde pensó en la escuela y en las palabras de Blue Demon, pero  a partir de ese día no volvió a decir la frase trillada: aceptó ir al kínder y hasta hoy sigue estudiando con esmero (aunque ya no ha dicho si desea ser luchadora). Así que si  no fuera por Blue Demon, Paola hubiera seguido manteniendo su forma de pensar: “Voy a ser luchadora y los luchadores no estudian”.  





Delfina, la ballena




Por María Celeste Vargas Martínez

Delfina es una ballena de piel azul y boca blanca. Por la mañana coge su sombrilla y va en busca de su amigo Gaspar. Gaspar es un delfín, juguetón, bromista y muy tragón. Los dos gustan de charlar bajo el sol. Delfina se cubre con su sombrilla y mientras Gaspar salta de aquí a allá, ella le teje tranquila una bufanda para cuando el invierno en el mar haga su casa.
            Delfina es amistosa, a todos en el mar les habla: al calamar, a la mantarraya y hasta al callado cangrejo que en su concha aguarda. Ella es sonriente, pues a todos les enseña los dientes. Cuando está alegre toma una canasta, un mantel floreado, y cientos de emparedados para los peces. Y como nunca está triste, nadie tiene que consolar sus lágrimas.
            Delfina es una ballena, de piel azul y boca blanca, que por las noches canta a la Luna y a las estrellas, mientras todos en el mar junto a ella danzan.