El insomnio se aferra a mí. Se prende de mis ojos, danza con fervor y cuando esto parece no funcionarle, me susurra al oído letras… palabras… historias que nacen como un ligero viento, dispuestas a convertirse en huracán. Entonces el insomnio inyecta en mi mano un rabo de energía y hace que las letras fluyan y se extiendan en ese cielo oscuro carente de estrellas.

jueves, 8 de junio de 2017

De la guerra



La guerra llega
la vida acaba,
la sonrisa
se transforma en lágrima,
el agua
en sangre,
y el niño
los juegos entierra
en las ruinas de su casa,

el niño es hombre
el hombre bestia,
la bestia un presidente,
el presidente Dios
y Dios
tranquilo
observa cómo la tierra se desangra,

el hombre crece
también sus ansias,
el amor se transforma
el hombre lo entierra
y baila sobre él
mientras su arma dispara,

la guerra es muerte,
no poder,
no libertad,
la guerra es el niño
que aprende a matar,
de sus ojos pequeñas balas
salen a danzar
sobre el cuerpo de aquel
            que llamado enemigo
            ha tenido la desgracia de no ser igual,
            de vivir diferente,
           de hablar diferente,
            de vestir diferente,
            de creer en un Dios ajeno
             a  la  lógica de un asesino
            que se cree Dios omnipotente.
                                                                      

De esas soledades




A veces            me pregunto 
si estás solo
            tan solo como yo,
si tus aguas tocan pies ajenos
            sólo por sentir calor
si buscas al sol
            para tener la caricia de unos brazos
si la Luna te contempla
            cómplice del desamor,

a veces            me pregunto
si das vida
            para no morir de aburrimiento
si tus olas
            balancean los barcos
            para jugar con ellos
si le juegas al naufrago
            una mala partida
            para no estar solo
            y contemplarlo en su isla,

a veces            me pregunto
si tu inmensidad te aterra
            pues tus aguas tocan lejanas tierras
            pero de ninguna te adueñas,

a veces                        me pregunto
si en tu noche solitaria
                        melancólica
(como la mía)
contemplas las estrellas
y mil lágrimas   arrojas a las playas,
a la arena,
para que bañen los pies
de los solitarios
que en noches de Luna
te aman a ti
            mar solo
            mar triste
triste mar de mi agónica soledad.