Amado hijo:
Te escribo esta carta porque hoy he estado
en las garras de la muerte. El enemigo estuvo acechando mis pasos y cuando
creyó que ya me tenía se abalanzó sobre mí y me tiró un golpe. Pero al ver que
su puntería era pésima, apresurado huí y él, rabiando se quedó.
Después apagó la luz, pero ya conozco el truco y cuando la encendió,
rápido desaparecí. Por último, ya bastante molesto, trajo una botella y roció
mi escondite creyendo que eso podía acabar conmigo. ¡Grande fue su sorpresa al
verme salir huyendo y pasar entre sus piernas!
Los humanos intentan todo, querido
hijo, para acabar con nosotras. Sienten que somos intrusas, pues el mundo a
ellos pertenece. ¡Cuán equivocados están! Han intentado todo para destruirnos,
pero no son rivales ni dignos enemigos. Tratan de ahogarnos, mas sabemos nadar. Inventan una y mil
fórmulas y a ellas hemos sobrevivido. Lo único que podría terminarnos serían
sus zapatos: afortunadamente tienen mal tino. Ja, ja, ja… creen ser tan
fuertes, pero hasta hoy no se han dado cuenta de su debilidad. O quizá ya lo
han hecho y por ello atacan sin más a aquél o aquellos que lo podrían acabar.
Ahora que lo pienso es tanto su temor y tan grande su ingenuidad. Destruye a la
naturaleza, sin darse cuenta que cuando ésta se haya ido, ni su dinero ni su
tecnología podrán regresarla. Y al hombre, al mismo hombre trata de aplastar.
Su supuesta inteligencia ha creado tantas armas, no sólo para acabar con
nosotras, sino con aquellos iguales a él. Pero no te preocupes, hijo mío,
porque ni una bomba atómica con nosotras puede terminar, pero ellos, con su
seguridad y supremacía, inmediatamente desaparecerían. Entonces, nosotras
saldríamos de nuestros escondites y contentas
nos pondríamos a festejar. ¡Vaya enemigo tan bobo! Ponerse con nosotras
cuando nuestros pies pisan la tierra desde millones de años atrás, cuando ellos
aún no se paraban en dos patas. Por eso, no desfallezcas, hijo mío, en esta
devastadora guerra, pues aunque yo, tú o
cualquiera de nosotras muera, al final la batalla será sólo nuestra.