El mexicano festeja a
la muerte, la alaba, la respeta… pero también se ríe de ella: “De muertos y otros devenires”.
La
calaca, la huesuda, la tilica, la parca, la dientona y la tiesa acompañan al
mexicano en su cotidianidad. La muerte no sólo es dolor y llanto, también es
festejo, alegría y transformación. El que se petatea debe enfrentar los
devenires del entierro; quien cuelga los
tenis será recordado u olvidado por sus actos; chupar faros llevará a vivir y
no a sobrevivir; quebrarse puede significar el regreso al mundo de los vivos; y
estirar la pata motivará una gran fiesta y las vacaciones anheladas. Esto y más
es la muerte para el mexicano. Esto y más desatará risas, reflexiones y nos
llevará a preguntarnos: “¿Qué pasará
cuando yo muera?”.