El insomnio se aferra a mí. Se prende de mis ojos, danza con fervor y cuando esto parece no funcionarle, me susurra al oído letras… palabras… historias que nacen como un ligero viento, dispuestas a convertirse en huracán. Entonces el insomnio inyecta en mi mano un rabo de energía y hace que las letras fluyan y se extiendan en ese cielo oscuro carente de estrellas.

martes, 30 de mayo de 2017

Solo palabras



La vida es cruel  y el destino la preñó,
en la noche parió al pobre
sobre el polvo y  hambre,
y en el día parió al rico
encima de la cama y la comida le dio,

el niño pobre,
flaco, desolado y hambriento,
creció y en la fábrica los años dejó,
y en la calle el sol la piel se tragó,
y en la esquina los sueños se llevó,
donde fuera el trabajo siempre lo golpeó,

el niño rico
abundante, alegre y satisfecho,
creció en oficina, bares y vacaciones,
estudió con santos en escuela no pagana
desayunaba en la mañana,
comía en la tarde
y en la noche alimentos ricos merendaba,

el niño pobre
veía al rico divertirse cualquier semana:
“Algún día, algún día”… se decía… “yo seré como esa alma”,
pero su madre la vida le daba jalones y gritaba:
“Tú siempre serás pobre y no tendrás nada.
Servirás a tu hermano, mientras él despreocupado avanza”.

El pobre  veía al rico reír y disfrutar
y el rico jamás vio al pobre llorar y trabajar.

Vaya madre que es la vida
capaz de parir a dos tan desigual.


*                             *                             *



Nacimos solos y solos moriremos,
el amor se acerca y  la soledad se aferra a nuestro cuerpo,
me tocas          te toco
nos unimos      
y en la cama acercamos los recuerdos,
después te vas lejos,
como a dos metros,
y me siento sola
            tan sola            que muero,

tú duermes
el sueño a mis ojos no llega,
tengo miedo                 no quiero estar sola,
me aferro a ti   
la soledad no me deja,
le grito
            le imploro
a carcajadas me abraza y festeja,

me siento sola
tan sola
teniendo tantas manos cerca.










*                             *                             *


Nací hombre
morí bestia,
nací canto
oí voces
morí en silencio,
crecí entre concreto.

Nací mujer
caminé  entre hombres
vi sus ojos
oí sus voces
sentí sus manos,
sangré             
            no crecí
            no di
            no vi
            no sentí
            no escuché diminuto llanto.

Creí escribir
letras mudas
personajes muertos
paisajes perenes
historias fantasmas
mundos inciertos.

Viví sin ser escuchada
morí con un discurso en los labios
            con las manos apretadas
            con los gritos agolpados.

jueves, 4 de mayo de 2017

Cuando el acoso te causa enfermedad




Desde hace catorce años, cuando me diagnosticaron asma y alergias, he tenido días difíciles. En esos años el neumólogo me dijo: “Usted está peleada con el ambiente”, pues mis pruebas de alergias decían que tenía reacción a muchas sustancias, medicamentos y alimentos. En ese tiempo mi vida fue un infierno: una vez al mes era internada en la sala de urgencias sin poder respirar y a veces  yacía sobre el piso como un animal (sí, parecía un bicho inerte e indefenso). Con los años los problemas fueron disminuyendo y aprendí a vivir con la enfermedad (ni el asma ni las alergias tienen cura). Ahora he superado algunos problemas, entendí el padecimiento. Pero, ¿qué pasa cuando sufres durante tantos años por la mala salud, lo superas, tratas de llevar una vida normal y un día  el destino pone en tu camino a un idiota acosador? Los días difíciles que habían quedado atrás vuelven a surgir y todo parece venirse abajo.
            En una crónica de agosto del año pasado escribí sobre la situación que he vivido por años con el vecino hostigador que vive a mi lado. Desde esa fecha he tratado de superar los momentos difíciles que él me ocasiona,  pero hoy toqué la punta del iceberg pues el vecino descerebrado me envió al hospital. Después de una serie de insultos con los cuales él y su esposa pretendían  degradarme y menospreciarme,  una crisis llegó a mi cuerpo y fui a parar al hospital. Los días que creía habían quedado en el pasado, hoy se levantaron como enorme montaña pretendiendo terminar conmigo.  El volver a sentir la falta de aire en mi cuerpo, dolor en el pecho, pero ahora aunado a la imposibilidad de moverme al tener las extremidades adormecidas y sin responder, me hizo entrar nuevamente en una sala de urgencias y pasar en ella todo el día, con medicamentos para estabilizarme.  
            No es justo que un tipo (hombre es una palabra galante para él), ahora respaldado por su grotesca esposa, me provoquen enfermedad y me hagan perder un día  productivo (cuando por años la vida pretende escaparse de  las manos aprendes a asirla con fuerza cada minuto). No es justo que un acosador, eso es quien espía, insulta y disfruta ponerse al tú por tú con una mujer, pretenda limitar mi vida. Soy mujer, soy periodista y durante años he luchado contra las injusticias y esta vez no será la excepción, pues aunque mi cuerpo se sienta débil, enfermo y cansado, la fuerza que late dentro de mí como un enorme animal seguirá luchando contra tipos como éste.  

                                               María Celeste Vargas Martínez, noche del 4 de mayo, 2017.