Desde hace catorce años,
cuando me diagnosticaron asma y alergias, he tenido días difíciles. En esos
años el neumólogo me dijo: “Usted está peleada con el ambiente”, pues mis
pruebas de alergias decían que tenía reacción a muchas sustancias, medicamentos
y alimentos. En ese tiempo mi vida fue un infierno: una vez al mes era
internada en la sala de urgencias sin poder respirar y a veces yacía sobre el piso como un animal (sí, parecía
un bicho inerte e indefenso). Con los años los problemas fueron disminuyendo y
aprendí a vivir con la enfermedad (ni el asma ni las alergias tienen cura).
Ahora he superado algunos problemas, entendí el padecimiento. Pero, ¿qué pasa
cuando sufres durante tantos años por la mala salud, lo superas, tratas de
llevar una vida normal y un día el
destino pone en tu camino a un idiota acosador? Los días difíciles que habían quedado
atrás vuelven a surgir y todo parece venirse abajo.
En una crónica de agosto del año pasado escribí sobre la
situación que he vivido por años con el vecino hostigador que vive a mi lado. Desde
esa fecha he tratado de superar los momentos difíciles que él me ocasiona, pero hoy toqué la punta del iceberg pues el
vecino descerebrado me envió al hospital. Después de una serie de insultos con
los cuales él y su esposa pretendían degradarme
y menospreciarme, una crisis llegó a mi
cuerpo y fui a parar al hospital. Los días que creía habían quedado en el
pasado, hoy se levantaron como enorme montaña pretendiendo terminar
conmigo. El volver a sentir la falta de
aire en mi cuerpo, dolor en el pecho, pero ahora aunado a la imposibilidad de moverme al tener las
extremidades adormecidas y sin responder, me hizo entrar nuevamente en una sala
de urgencias y pasar en ella todo el día, con medicamentos para estabilizarme.
No es justo que un tipo (hombre es una palabra galante
para él), ahora respaldado por su grotesca esposa, me provoquen enfermedad y me
hagan perder un día productivo (cuando
por años la vida pretende escaparse de
las manos aprendes a asirla con fuerza cada minuto). No es justo que un
acosador, eso es quien espía, insulta y disfruta ponerse al tú por tú con una
mujer, pretenda limitar mi vida. Soy mujer, soy periodista y durante años he
luchado contra las injusticias y esta vez no será la excepción, pues aunque mi
cuerpo se sienta débil, enfermo y cansado, la fuerza que late dentro de mí como
un enorme animal seguirá luchando contra tipos como éste.
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