El insomnio se aferra a mí. Se prende de mis ojos, danza con fervor y cuando esto parece no funcionarle, me susurra al oído letras… palabras… historias que nacen como un ligero viento, dispuestas a convertirse en huracán. Entonces el insomnio inyecta en mi mano un rabo de energía y hace que las letras fluyan y se extiendan en ese cielo oscuro carente de estrellas.

miércoles, 12 de agosto de 2020

Soledad

 

 

Cuando nació 

se sintió sola,

parida sola en una cama fría,

con una madre que no resistió,

lloró, lloró y nadie acudió,

sus ojos se secaron y la garganta se cerró,

la encontró la vecina cuando el Sol salió.

Batida de sangre, 

con el cordón atado al cuerpo muerto de su madre.

Un cuchillo la separó,

el llanto volvió

y la cálida leche de biberón usado

                        la alimentó.

“No sabía que estaba preñada”,

dijo una mujer  y otra respondió:

“Hubiera muerto con ella… ¿qué le vamos a hacer?”.

Pensaron tirarla,

dejarla cerca de la carretera

donde  alguien se compadeciera,

mas la noche fue lluviosa

y el remordimiento no las dejaba.

La cuidaron un par de días

la alimentaron  con leche de vaca

que una de ellas conseguía

por tumbarse en la cama

y dejar que el hombre maloliente con su cuerpo jugara. 

Pasaron los días

y se unió a los críos de las mariposas

que en las noches se desnudaban.

Y el cuerpo de su madre

se deshizo en una zanja. 

Creció con ellos, mas la soledad anidó en su alma,

nunca fue a la escuela

vistió remendados y calzó lo que otros le daban,

en el día hacía aseo, planchaba y lavaba,

por la noche se ocultaba bajo la cama

temerosa de que algún hombre le hiciera lo que a la Juana.

Creció:

el cabello oscuro, ojos negros y piernas delgadas,

labios carnosos, rostro bello, sonrisa de niña

y la soledad tras ella refugiada. 

Fue llevada a una esquina,

aún los quince no la alcanzaban, 

falda  corta, sueños rotos

            y en los ojos el miedo se reflejaba.

Un auto se detiene, el vidrio baja,

un hombre sonríe, ella se aleja

y una mujer la empuja… el auto se la traga.

Un hotel cercano, una habitación fría,

el hombre se desnuda y a ella la arroja en la cama.

La oprime, la voltea, la sienta

le dice todo lo que le haga,

ella tiembla

se siente sola… sola y ya sin alma. 

La noche acaba

y han sido cuatro los que han pasado por esa cama.

En el día hace aseo, y trabaja con desgana,

En la  noche se viste para ser una dama,

ya no tiembla

ya no teme a los hombres que le pagan,

cumple sus deseos y escucha sus sucias palabras,

se viste y vuelve a su esquina  a fumar los años que le faltan,

ya no llora

 tampoco ríe,

 y con las mujeres de otras cosas habla,

aprende posiciones, la adoctrinan en temas del alma,

mas ella dice:  “El alma no existe,

es algo que los ricos pueden comprar cada mañana”,

y en la noche antes de verla a ella

la protegen muy bien en su casa,

la arropan, la perfuman y a su mujer encargan,

mujer que cuida a los niños

y no debe retozar, como ellos quieren, en una cama. 

La soledad la  acompaña cada noche

y en el hotel junto a la ventana aguarda,

la ve fingir  e imaginar una vida falsa,

un hombre pasa, otro más,

y un joven, obligado por su padre, a amar a mujer barata,

él dice que podría amarla

ella no cree en nada,

cada semana regresa y unos fierros más le paga,

pasa el tiempo

            y él pegado a su cama,

promete un futuro

            una vida lejos

                                    y una casa,

pero un día cualquiera

ella lo ve abrazando a mujer delgada:

ropa fina

manos delicadas,

anillos en los dedos y sonrisa en la cara,

 la soledad la abraza y en una caja le entrega su alma,

se ve de niña en la cama

el llanto, el hambre  riendo a carcajadas,

se encamina a su estancia, 

en una viga  hace dos amarras:

en una ella

y en otra su alma.

 

martes, 11 de agosto de 2020

Respuesta del ratón a su primo murciélago

Por María Celeste Vargas Martínez


Estimado primo:

No sabes cómo lamento tu historia. Imagino  tu dolor al ver caer a tus hermanos, pero no creas que mi vida es tan sencilla. ¡No! Yo también sufro de la persecución de los humanos. A veces me corretean por toda la casa sosteniendo una escoba entre sus manos. En cuanto me ven, pegan un grito, y van en busca de cualquier objeto que pueda terminar con mi existencia. En las madrigueras colocan alimento, pero impregnado de veneno y mis hermanos, sin saberlo, lo comen y después los encuentro en cualquier lugar tirados y retorcidos de tan horrible muerte. Otras veces  ponen trampas… ¡No sabes cuán espantosas son! Caminas tranquilo por cualquier habitación y de repente, cuando tratas de mover un pie… ¡Sorpresa! Éste y todo tu cuerpo está  pegado a esos horribles objetos. Y entre más te mueves más te pegas y cuando ellos se dan cuenta de tu  presencia corren felices y a la basura te echan. Entonces ya no hay otro camino: la muerte te espera. Vas desfalleciendo poco a poco. El hambre llega y tú pegado ahí.

            ¿Y qué me dices de los experimentos? Somos nosotros somos los más solicitados para esos menesteres. No les importa el dolor, el sufrimiento, los cambios en nuestro cuerpo. Ellos sólo quieren resultados y no importan los medios.

            ¡Ah, querido primo! El ser humano acaba con todo y los animales somos tan indefensos. Pero imagino que su conciencia no está del todo tranquila pues los animales somos fuente de inspiración de miles de cuentos, películas, fábulas y hasta caricaturas. Nos  toman a nosotros  para hablar de su vida, nos colocan ropas, nos visten de traje, usamos zapatos, vivimos en casas, manejamos carros y hasta comemos con cubiertos. ¡Horrible visión para nosotros si fuera real! En pantalla nos ven simpáticos y adorables y dicen: “Mira qué  bello ratón”. Pero cuando nos tienen a la vista tratan de acabar con nuestra vida a como lugar. 

            Por ello, querido primo, no pienses que mi vida es mejor a la tuya… Sufro, pero de diferente manera. Cualquier animal que viva cerca de los humanos enfrentará la misma suerte y más tarde que temprano morirá.

                                                                                             (noviembre, 2005)