Carta de un árbol
No siento mi cuerpo, ni mis raíces, ni mis ramas, ni el
cosquilleo de las ardillas que siempre corren. No siento a las orugas devorando
mis hojas ni al pájaro carpintero hurgando en mi tronco, ni a la mariposa
saliendo de su capullo.
Carta de un murciélago a su
primo ratón
Te escribo
esta carta porque nuevamente la tristeza me ha invadido. Sé que me has dicho
una y mil veces que debo superarla, y en ocasiones lo logro. Sin embargo, llega
un humano y todo el trabajo arruina. De verdad, ya no quisiera estar triste ni
llorar ni pasarme todo el día y la noche colgado de este, en ocasiones, frío y
solitario techo. ¿Por qué no puedo superarlo? Para ti es fácil decir: “Ve
siempre adelante”
Respuesta del ratón a su primo el murciélago
Estimado
primo:
No sabes
cómo lamento tu historia. Imagino tu dolor al ver caer a tus hermanos, pero no
creas que mi vida es tan sencilla. ¡No! Yo también sufro de la persecución de
los humanos. A veces me corretean por toda la casa sosteniendo una escoba entre
sus manos. En cuanto me ven, pegan un grito, y van en busca de cualquier objeto
que pueda terminar con mi existencia. En las madrigueras colocan alimento, pero
impregnado de veneno y mis hermanos, sin saberlo, lo comen y después los
encuentro en cualquier lugar tirados y retorcidos de tan horrible muerte. Otras
veces colocan trampas... ¡No sabes cuán espantosas son! Caminas tranquilo por
cualquier habitación y de repente, cuando tratas de mover un pie... ¡Sorpresa!
El pie y todo tu cuerpo está pegado a esos horribles objetos. Y entre más te
mueves más te pegas y cuando ellos se dan cuenta de tu presencia corren felices
y a la basura te echan. Entonces ya no hay otro camino que el de la muerte. Vas
desfalleciendo poco a poco. El hambre llega y tú pegado ahí
Carta de una cucaracha a su hijo cucaracha
Amado hijo:
Te escribo esta carta porque hoy he estado en las garras de la muerte. El
enemigo estuvo acechando mis pasos y cuando creyó que ya me tenía se abalanzó
sobre mí y me tiró un golpe. Pero al ver que su puntería era pésima, apresurado
huí y él se quedó rabiando. Después apagó la luz, pero ya conozco el truco y
cuando la encendió, rápido desaparecí. Por último, ya bastante molesto, trajo
una botella y roció mi escondite creyendo que eso podía acabar conmigo. ¡Grande
fue su sorpresa al verme salir huyendo y pasar entre sus piernas! Los humanos
intentan todo, querido hijo, para acabar con nosotras. Sienten que somos
intrusas, pues el mundo a ellos pertenece. ¡Cuán equivocados están!
¿Quién lo hará?
¿Quién dirá a los niños
que un día nuestro cielo
fue enorme,
azul y blanco?
¿Quién les explicará
que por las noches
había estrellas
para los enamorados?
que un día nuestro cielo
fue enorme,
azul y blanco?
¿Quién les explicará
que por las noches
había estrellas
para los enamorados?
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