El insomnio se aferra a mí. Se prende de mis ojos, danza con fervor y cuando esto parece no funcionarle, me susurra al oído letras… palabras… historias que nacen como un ligero viento, dispuestas a convertirse en huracán. Entonces el insomnio inyecta en mi mano un rabo de energía y hace que las letras fluyan y se extiendan en ese cielo oscuro carente de estrellas.

martes, 11 de febrero de 2014

Alquimia de la Tierra



Los invito a leer este relato que se publicó en el libro "Alquimia de la Tierra", editado por la Universidad de Huelva, España.




ESPERANZA 
Por María Celeste Vargas Martínez

La tierra suelta se adhería a sus pies llenos de surcos. Sus huaraches de correa y suela de llanta, dejaban ver sus múltiples callosidades y sus uñas gruesas y amarillas. A cada paso la tierra se levantaba ligera y provocaba una discreta nube que se disipaba al momento. Subió la pequeña colina y esquivo a un alacrán que salió debajo de una piedra, cuando su pie cansado tropezó con ella.
   Se detuvo.
   Observó las discretas colinas que años atrás estaban llenas de sembradíos y animales. Respiró. Una lágrima estuvo a punto de bajar por su piel ceniza: la contuvo. Frente a él, una ligera brisa levantaba la tierra suelta y se la llevaba lejos, y escuetos arbustos estaban a punto de desfallecer, cual fantasmas de brazos marchitos se aferraban a buscar un poco de agua en lo profundo de la tierra. Restos de vacas yacían aquí y allá. Abajo, la oquedad que hace un tiempo servía de estanque artificial y muy cerca a ella el viejo mezquite, el único que aún permanecía en pie. Levantó la vista y se encontró con un sol intenso que quemaba la piel. Bajó hasta el mezquite, siempre sosteniendo con firmeza un jarro de barro decorado por su abuelo. Llegó frente al árbol, respiró con dificultad: se sentía cansado. Los años y la vida en las minas, recolectando plata para el patrón extranjero, le habían dejado unos pulmones que siempre protestaban. Dejó el jarro cerca del tronco, se inclinó y su largo calzón blanco se impregnó de polvo. En silencio recogió una bolsa metálica de papas, un alata de refresco y algunas colillas de cigarros.   Después, sus ojos negros se posaron en el letrero con pintura roja que yacía en el tronco: “Marco estuvo aquí”, decía. Él movió la cabeza: “Cuando entenderán esos jóvenes.”-musitó.
   Volvió a tomar el jarro y se incorporó.
 “Dirás que soy un terco, pero mi padre me enseñó a ser así. Sé que todos los días me das fuertes bofetadas para que mire el pueblo crecido, las fábricas que van naciendo, las carreteras que corren y tumban cerros... Y en las noches, pareces gritarme al oído que todo ha terminado. Pero soy un terco y aquí me tienes hoy, ofreciéndote Madre Tierra, un trago de este pulque que aún no toca mis labios. Vengo a darte las gracias por permitirme seguir andando, pero también vengo a pedirte que te acuerdes de nosotros y que hagas que tu hija la lluvia llegue…ya son tres años y no hemos sembrado… mi gente, tus hijos, están muriendo… Madre, piensa en nosotros que nacimos de estas tierras” – dijo e inclinó su jarro. Un chorro de ese líquido blanco y espeso cayó en la tierra y fue absorbido.
   El hombre miró hacia la colina; su gente, con calzones blancos de manta y largas blusas multicolores, se acercaban llevando instrumentos y viandas. Cantaban en su lengua una canción que le pedía a la Madre Tierra una oportunidad en ese mundo que pretendía olvidarse de ellos. También se disculpaban por el viento oloroso, por el agua negra del río, por los edificios y los autos que se habrían camino. Pedían perdón aun sabiendo que no eran los culpables, pero temían que la Madre Tierra, que les había dado la vida, ahora se las quitara… de ahí que se llevara el agua y trajera la sed y el cansancio a sus tierras.
   El grupo bajó hasta el mezquite y comenzaron a bailar como lo hacían sus padres y los padres de sus padres cuando el cielo era azul y enorme y cuando en las noches la luna, coqueta y melancólica, los observaba junto con miles de sus hijos mientras iluminaba el cielo.
© María Celeste Vargas Martínez. (México, DF, 1976).  Escritora y periodista.

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