Por María Celeste Vargas Martínez
Había sentido su presencia por
primera vez dos semanas atrás. Aquella tarde cuando tuvo que apresurar el paso
para esquivar la marcha de un taxi. La
vio ahí, del otro lado de la acera, y entonces sintió frío. La contempló tranquila con su cabello largo y
negro, y con su vieja gabardina. Mario
olvidó el suceso hasta el tercer día cuando volvió a verla sentada en el vagón
del metro. Trató de identificarla. Estaba seguro de haberla visto en algún
lugar, y cuando contempló sus ojos inmediatamente vino a su mente ese rostro en
la avenida. El joven bajó del vagón y al subir las escaleras para llegar al
paradero de autobuses la vio otra vez,
parada, ajena a todo. Pasó a su lado y contempló sus ojos. No vio nada, sólo
soledad y frío. Y cuando se dio la media vuelta ella ya no estaba. Después su
imagen fue constante. La veía en la oficina, en la calle, en el cine, y perdió
la serenidad cuando una mañana la sintió
en su propia casa, en su habitación, sentada cerca de su cama. Él le habló, trató de saber el motivo de su presencia,
pero ella no contestó… sólo siguió mirándolo.
Y esa noche, después de salir de
trabajar, Mario caminó por más de una hora entre las calles, oscuras y
malolientes, de la Ciudad de México. Caminó tratando de perderla, pero no lo
logró. Con la cabeza gacha y la mirada baja cruzó con pasos apresurados el
callejón que llevaba a su casa. De pronto, dos tipos le cerraron el paso,
sacaron un cuchillo y le pidieron el dinero. Mario ofreció escasas monedas. Los
delincuentes, nerviosos, se alteraron. No era suficiente, querían más, mucho
más. La mano en alto de uno de ellos dejó ver la fatal arma que se depositó con
furia en el pecho de Mario. Un grito,
pasos apresurados y después todo fue silencio. Entonces el joven volvió a verla,
y se vio a sí mismo tirado en medio de la calle, con los ojos abiertos, y las
luces de las ventanas de los vecinos encendiéndose una a una. Sintió escalofrío mientras el brillo escapaba de sus
ojos y la muerte amable le sonreía y le ofrecía la mano.
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