El insomnio se aferra a mí. Se prende de mis ojos, danza con fervor y cuando esto parece no funcionarle, me susurra al oído letras… palabras… historias que nacen como un ligero viento, dispuestas a convertirse en huracán. Entonces el insomnio inyecta en mi mano un rabo de energía y hace que las letras fluyan y se extiendan en ese cielo oscuro carente de estrellas.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Sola



Por María Celeste Vargas

La carretera abre su  larga bocaza
los árboles       el viento
los carros a un lado pasan,
me siento vacía           la soledad me abraza,
sonríe y devora mis lágrimas,
llego a un pueblo
la habitación aguarda,
solitaria noche  y la cama helada,
el sueño se aleja          canta en esa rama,

el día llega
camino entre calles
ella ofrece su mirada,
en sus brazos un niño             en su rostro la infancia,
él descalzo      ella con largas enaguas,
cabello trenzado         piel morena
y las manos el trabajo las desangra,
bebo algo y la contemplo,
            las muñecas en sus brazos podrían hacer casa,

el mesero una copa acerca:
“El caballero la envía” -  serio señala,
desliza una tarjeta:
“Una mujer bella siempre debe estar acompañada”,
tomo la pluma y mis letras corren apresuradas,
busco a la mujer          sus pasos se marchan,
una  mueca  en el rostro de aquél se dibuja
mis letras no son lo que esperaba,

dejo el lugar                la copa está intacta.

Días soleados,
me uno a grupos y la aventura aguarda,
agua y grandes caminatas,
escalada
el desierto
canciones
y noches estrelladas,

el viento golpea mi rostro
la lancha apresurada se marcha
las aves buscan alimento
y las historias se  entrelazan,

la noche inmensa,
la habitación ya no es tan solitaria
quizá
pronto  alguien se refugie en esta cama.

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