El insomnio se aferra a mí. Se prende de mis ojos, danza con fervor y cuando esto parece no funcionarle, me susurra al oído letras… palabras… historias que nacen como un ligero viento, dispuestas a convertirse en huracán. Entonces el insomnio inyecta en mi mano un rabo de energía y hace que las letras fluyan y se extiendan en ese cielo oscuro carente de estrellas.

jueves, 15 de octubre de 2020

Desigual




Por María Celeste Vargas Martínez


La vida es cruel  y el destino la preñó,

en la noche parió al pobre

sobre polvo y  hambre,

y en el día parió al rico

en cama y  comida le dio,

 

el niño pobre,

flaco, desolado y hambriento,

creció y en la fábrica los años dejó,

 en la calle el sol la piel se tragó,

en la esquina los sueños se llevó,

donde fuera el trabajo siempre lo golpeó,

 

el niño rico

abundante, alegre y satisfecho,

creció en oficina, bares y vacaciones,

estudió con santos en escuela no pagana,

desayunaba en la mañana,

comía en la tarde

y en la noche alimentos ricos merendaba,

 

el niño pobre

veía al rico divertirse cualquier semana:

“Algún día, algún día”, se decía

 “Yo seré como esa alma”,

pero su madre la vida le daba jalones y gritaba:

“Tú siempre serás pobre y no tendrás nada.

Servirás a tu hermano, mientras él despreocupado avanza”.

 

El pobre  veía al rico reír y disfrutar

y el rico jamás vio al pobre llorar y trabajar.

 

Vaya madre que es la vida

capaz de parir a dos tan desigual.

 

 

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