La vida es cruel y el destino la preñó,
en la noche parió al pobre
sobre el polvo y el hambre,
y en el día parió al rico
encima de la cama y la comida le dio,
el niño pobre,
flaco, desolado y hambriento,
creció y en la fábrica los años dejó,
en la calle el sol la piel se tragó,
y en la esquina los sueños se llevó,
donde fuera el trabajo siempre lo golpeó,
el niño rico
abundante, alegre y satisfecho,
creció en oficina, bares y vacaciones,
estudió con santos en escuela no pagana
desayunaba en la mañana,
comía en la tarde
y en la noche alimentos ricos merendaba,
el niño pobre
veía al rico divertirse cualquier semana:
“Algún día, algún día”, se decía
“Yo seré como esa alma”,
pero su madre la vida le daba jalones y gritaba:
“Tú siempre serás pobre y no tendrás nada.
Servirás a tu hermano, mientras él despreocupado avanza”.
El pobre veía al rico reír y disfrutar
y el rico jamás vio al pobre llorar y trabajar.
Vaya madre que es la vida
capaz de parir a dos tan desigual.
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