El insomnio se aferra a mí. Se prende de mis ojos, danza con fervor y cuando esto parece no funcionarle, me susurra al oído letras… palabras… historias que nacen como un ligero viento, dispuestas a convertirse en huracán. Entonces el insomnio inyecta en mi mano un rabo de energía y hace que las letras fluyan y se extiendan en ese cielo oscuro carente de estrellas.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Las paredes oyen



Por María Celeste Vargas  Martínez

Hace algunos años los seres humanos podíamos  hablar sin ninguna preocupación en nuestra casa. Es más, cuando nos sentíamos tristes, solos o enardecidos por una mala situación, entablábamos un largo monólogo. Parloteábamos sin parar y de vez en cuando golpeábamos algún mueble y hacíamos una tremenda rabieta. Y qué decir de las íntimas llamadas telefónicas donde hablábamos de sentimientos y sensaciones muy, pero muy,  privadas.



                Sin embargo, aquellos momentos quedaron atrás. El mundo ha cambiado tanto que hasta las paredes han desarrollado un sentido que por siglos permaneció oculto: la habilidad de escuchar. Durante mucho tiempo creíamos que las paredes eran sólo objetos inertes que estaban ahí simplemente para dividir espacios, ocultar nuestra intimidad a los otros o protegernos del medio ambiente. Pero ahora, se han convertido en un enemigo al acecho. Un enemigo que puede resultar peligroso. Al principio, cuando descubrimos sus nuevos dones pensamos, como simples e indefensos humanos que somos, que podrían ser nuestras aliadas. Es más, las imaginamos como testigos de muchos acontecimientos y en nuestros  sueños celebramos con ellas pero… ¡Sorpresa! Todas las paredes se unieron y conspiraron en contra nuestra, y aprendimos  a cuidarnos de ellas.
            Así que a partir de ahora debemos ser cuidadosos en todo lo que decimos, pues no sabemos cuándo una pared esté escuchando y nos pueda delatar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario