Ahora contemplaré sus ojos,
que también son los míos,
tocaré sus manos llenas de líneas,
absorberé su aroma
emanado de cada uno de mis poros,
y trataré de descubrir
qué se siente portar el traje
otorgado por los otros,
estar al lado de todos
y culparla de momentos desolados.
Ahora me sentaré
y la veré a la cara,
no con la luz apagada
como siempre lo hago,
tratando de ocultar algo,
la veré con la luz encendida
y observaré su cara,
y comprenderé que ambas,
aunque tratamos de negarlo,
somos parte de un mismo cuerpo,
sin mí
ella no existe,
sin ella
yo no soy nadie.
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