El insomnio se aferra a mí. Se prende de mis ojos, danza con fervor y cuando esto parece no funcionarle, me susurra al oído letras… palabras… historias que nacen como un ligero viento, dispuestas a convertirse en huracán. Entonces el insomnio inyecta en mi mano un rabo de energía y hace que las letras fluyan y se extiendan en ese cielo oscuro carente de estrellas.

lunes, 9 de diciembre de 2024

Diario de un bicho raro

 

XVII   Soledad en el mar

 

En el mar hay un par de náufragos apegándose a la vida, quieren vivir, necesitan hacerlo. Un trozo de tierra es suficiente cuando alguien pretende luchar. Piensan en su familia, sus hijos. Yo puedo verlos desde el lugar donde estoy. A la lejanía los puedo ver, ¿dónde estoy yo?  A veces parecen acercarse, se les nota el cansancio, la sed y el hambre, aunque es más palpable la fuerza y los deseos de vivir.

            Debo llevar hasta ellos la ayuda, guiar los barcos, llevar a aquellos quienes los buscan. Debo hacerlo… deben sobrevivir porque tienen varios días perdidos y sus familias los buscan, los esperan. Uno de ellos parece muy cansado y sus fuerzas flaquean. El otro sólo cierra los ojos y piensa en su familia, ellos le dan fuerza  y vuelve a cargarse de energía.

            Debo guiar a los barcos  hasta ellos, me han buscado a mi. Su dolor me ha encontrado. Su desesperación me hizo verlos, pero ahora debo llevar a los barcos hacia ellos, como hice aquella vez en las torres gemelas.

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