El insomnio se aferra a mí. Se prende de mis ojos, danza con fervor y cuando esto parece no funcionarle, me susurra al oído letras… palabras… historias que nacen como un ligero viento, dispuestas a convertirse en huracán. Entonces el insomnio inyecta en mi mano un rabo de energía y hace que las letras fluyan y se extiendan en ese cielo oscuro carente de estrellas.

lunes, 9 de diciembre de 2024

Diario de un bicho raro

 

Por María Celeste Vargas Martínez

 

Por  mucho tiempo, pensé que yo  no era parte de este mundo o él no era para mi. Me sentía ajeno, solo, diferente, sin un lugar para sentir mío, sin un espacio propio. Sí, era como un ente extraño y distante deambulando en un mundo ajeno, negado desde un principio para alguien como yo. Sin embargo, hace algunos años lo comprendí y mi forma de entender el mundo cambio… soy diferente y  tengo una estrecha relación con el entorno, la naturaleza y el planeta. Suena bastantes ilógico, palabras provenientes de un demente, pero me llevó muchos años entenderlo. Con el tiempo o mejor dicho con los años, comprendí todo: somos pocos  quienes en realidad estamos íntimamente relacionados con este mundo. Sólo unos cuantos estamos estrechamente ligados a todos y cada uno de los elementos del planeta…. ¡El loco está delirando!... sé que dirás eso. Quizá te puede resultar extraño, pero pocos podemos sentir su dolor, ver su sed, escuchar sus gritos  y ver más allá de lo visto por cualquiera. Unos cuantos somos capaces de ver la luz y la oscuridad al mismo tiempo y de sentir lo imperceptible para la mayoría. Mientras todos caminan por el mundo sin ser conscientes de la tierra bajo sus pies, algunos  podemos sentir el dolor de nuestro entorno… el dolor de otros. Y si el dolor de alguien me busca, sin lugar a duda me encontrará o yo lo encontraré en su desgracia porque soy más sensible a los demás.

Somos pocos  los diferentes, los extraños y raros.  No estamos locos ni enfermos (aunque yo durante muchos años lo pensé así). Me costó lágrimas, soledad y tristeza entender mis capacidades, comprender ese algo en mi, desarrollado de manera diferente. Alguna parte de mi cerebro me ha vuelto más sensible a todo, más perceptible a diversas situaciones.  ¿Por qué? No lo sé.

            Después de estas palabras pensarás dejar de leer: “¡No perderé mi tiempo en tonterías!”, dirás. Pero apelo al morbo innato en  el ser humano, quizá eso te impulse a seguir aquí y descubras las historias donde la lógica creíble, comprobable, perceptible y científica, jamás entraría.  Solamente hay hechos, los cuales a la ciencia y a mi persona nos es difícil entender.

            Durante años estuve callado y me tragué más de una vez los deseos de gritar y decir lo oculto: ¿Qué pensarías si alguien se acerca a ti diciendo que habían sobrevivido algunos mineros en Coahuila, pero la espera los mató? ¿Qué esa chica desaparecida no murió inmediatamente y su cuerpo frío, oculto en un lugar húmedo y oscuro, me buscó antes de ser encontrada? Si alguien te dijera: “Deben seguir buscando porque  hay dos hombres atrapados bajo las Torres Gemelas y están a punto de morir”… ¿Qué dirías? Sé tu respuesta y la de muchos: “¡Está loco!... ¡Tiene un tumor en el cerebro!...  ¡Algo no funciona bien en su cabeza!”. Entiendo tus palabras, yo  muchas veces lo pensé y traté de buscar ayuda con un médico; mi cerebro fue sometido a una tomografía, me realizaron algunos estudios y al final lo comprobé: mi materia gris funcionaba correctamente.

            Pero existen situaciones o hechos los cuales no puedo explicar, ni entender. Lo cierto es: ahí están. Por cierto, tampoco creo en esos psíquicos viviendo de sus “dones”, ni en quienes dicen tener contacto con la muerte y se dan a conocer para sentirse importantes. No. Cuando tienes algo así tratas de ocultarlo para no ser juzgado o calificado. Callas todo, para no ser tachado de loco. No lo exhibes, sólo tratas de comprender cómo funciona tu cerebro. Y tienes miedo, siempre tienes miedo, ves todo cuanto debes ver y no puedes hacer nada.  

Ahora es momento de mostrarte un poco de este bicho raro. Aunque antes diré: no sé cómo ni cuando comenzó todo.  Es más, ni siquiera sé si siempre ha estado ahí. Lo único cierto fue ese momento, ese día cuándo comencé a tomar conciencia de ello y afectó para siempre mi vida. Pues mientras todos se iban a la cama a dormir, yo soñaba situaciones, las cuales se hacían realidad. Sí, lo que soñaba, las imágenes danzando frente a mis ojos acontecían tiempo después. ¿Puedes imaginar eso? Aunque con el tiempo ya no sólo debía esperar al anochecer: no. Aprendí a hacerlo de día, despierto podía ver lo que quisiera. Y no sólo era ver, sino sentir:  el frío, el calor, percibir aromas, tener sentimientos… hasta puedo  hacerme daño si no soy cuidadoso y despertar con las heridas. Recuerdo lugares, formas colores, rostros, sensaciones, épocas… momentos. Lo recuerdo todo y he vivido mucho de ello. 

En fin,  decía desconocer el momento en que empezó todo, sólo fui consciente aquella mañana hace ya algunos años.

No hay comentarios: